Por la Ruta de los Himalayas. Viejo Rumtek


Dos kilómetros más allá de la entrada del monasterio de Rumtek, montaña arriba, se encuentra el monasterio de Rumtek. El viejo.


Tan sólo dos kilómetros y ni rastro de los militares: Se han quedado vigilando las entradas, no sea que llegue el Karmapa y tome posesión de su puesto. (véase la entrada sobre el monasterio de Rumtek Nuevo).


Ni rastro tampoco de los turistas: Se marcharon con prisas para cumplir con el calendario de visitas. Error. No verán uno de los monasterios más apacibles de Sikkim.


Asentado sobre la pendiente de la montaña y de cara al valle, la vista se alarga por el camino que serpentea hasta el monasterio blanco. Decenas de banderas de oración verticales marcan el paso. Un monje joven cuelga la ropa color azafrán acabada de lavar. El monasterio reposa junto a un patio verde y callado. Es sólido, cuadrado, sin terrazas. Unos monjes ponen a secar arroz, a cobijo de las paredes del monasterio. Oigo cantar a los pájaros. Huelo las hojas de ciprés que queman. En una sala sin puertas, el monje-profesor escribe la lección en la pizarra. Dibuja bonitas curbas del alfabeto tibetano.

Dentro de la sala de oraciones reina la misma calma. Una chica occidental practica medicación. Viste un sari rojizo y un pañuelo naranja que le sujeta los largos cabellos. Dos niños-monje limpian el altar. Escoban, quitan el polvo, tiran las flores marchitas... El más grande estira la túnica del otro y nos señala. Éste viene hacia nosotros. Namasté. Nos ofrece unas galletas envueltas en plástico.

- No, gracias –le digo-. Son para Buda.

- No, son para vosotros. Buda ya ha comido.


Fotografía: Monasterio Viejo de Rumtek, Gangtok, Sikkim (India).


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