Por la Ruta de los Himalaya. Leh. Sankar Gompa

No hay caminos marcados para llegar al Sankar Gompa. De nada servirán los planos ni las indicaciones de los lugrareños: el pequeño monasterio se dejará encontrar, si esto es lo que quieres.


Con el Tsemo Gompa vigilando desde lo más alto de un peñasco que domina la ciudad, los pasos te han de llevar hacia el este, cruzando campos de cultivo con el grano recién segado. Te encontrarás caminos enmarcados en muros de piedra, altos, que andarás con la intriga de quien penetra en un laberinto. Ahora cruzas un riachuelo, ahora un asno te cierra el paso. En los campos, familias enteras se juntan para la cosecha, entonando una dulce cantinela que se escucha desde todos los rincones de Leh. Caminas oliendo naturaleza, sintiendo los Himalaya a tu alrededor, que parecen vigilar en silencio todos tus instantes. Un anciano te dirà que vas equivocado, y girarás sin que te sepa mal el camino desecho, pues a cada paso habrás dejado escapar un suspiro. Una antigua pagoda con tres deidades pintadas en su base te indican que estás llegando. Sigues andando, serpenteando el camino. Detrás de un muro de piedra, dos pagodas más se levantan altivas creando pasadizos de sombra a su alrededor. Custodian la entrada del pequeño gompa, que ya te está esperando. Y te da la bienvenida, con sus techos dorados, los parterres en flor, las ventanas ornadas como los ojos de una diosa, las banderas al viento.

Lo has encontrado, pero lo has vivido durante todo el camino. Y entonces empiezas a comprender: lo importante no es el destino, sinó el viaje.

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